7 – Matrimonio y adulterio.

Habiendo desarrollado varios capítulos de esta Sección, tomaremos el tema sobre el Adulterio y un tema muy especial, el de las llamadas Aguas Amargas, que se dice debieron pasar la prueba María y José de que o habían cohabitado sexualmente.

Condena al adulterio.

La condena esencial y más conocida la encontramos en Éxodo 20. 14, sobre los Diez Mandamientos, en cuanto “No cometerás adulterio” repetido en Deuteronomio 5. 18, y en el Nuevo Testamento en Marcos 10. 19, en Mateo 5. 27, y en Lucas 18. 20,

En el Levítico 20. 10, se condena a muerte el adulterio.

“Si un hombre comete adulterio con la mujer de su prójimo, será muerto tanto el adúltero como la adúltera.”

En Marcos 10. 11, 12, y en Lucas 16. 18, se especifican casos de quien comete adulterio.

“Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una repudiada por su marido, comete adulterio.”

“Tened todos en gran honor el matrimonio, y el lecho conyugal sea inmaculado; que a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios.”

El adulterio es un pecado contra Dios y contra el cónyuge, según Hebreos 13. 4,

La pena impuesta originariamente según las leyes dadas por Moisés, recibidas de Dios, era para este pecado el castigo con la muerte, sea por apedreamiento o fuego.

En Levítico 20. 10,

“Si un hombre comete adulterio con la mujer de su prójimo, será muerto tanto el adúltero como la adúltera.”

En Deuteronomio 22. 22,

“Si se sorprende a un hombre acostado con una mujer casada, morirán los dos: el hombre que se acostó con la mujer y la mujer misma. Así harás desaparecer de Israel el mal.”

Si bien este pecado era grave, solo se podía castigar, con la pena de muerte, tratándose del varón, si era encontrado infraganti delito, esto es que se sorprendiera cometiendo el acto mismo.

Para las mujeres, bastaba un celo de parte del marido, una simple sospecha y se iniciaba un proceso ritual, según veremos, que podía condenarla sin haberse acreditado el pecado.

En Proverbios 7. 16, 27, encontramos un relato, una historia de dos amantes que cometen adulterio, o por lo menos, del relato, la que figura casada es la mujer, que aprovecha un viaje de su marido para gozar con su amante.

El relato consta de dos partes, la primera, el éxtasis, el amor prohibido, y luego, la recriminación del padre para corregir ese mal actuar.

“He puesto en mi lecho cobertores policromos, lencería de Egipto,”

  • “con mirra mi cama he rociado, con áloes y cinamomo.”

“Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana, solacémonos los dos, entre caricias.”

“Porque no está el marido en casa, está de viaje muy lejos;”

“ha llevado en su mano la bolsa del dinero, volverá a casa para la luna llena.”

“Con sus muchas artes lo seduce, lo rinde con el halago de sus labios.”

“Se va tras ella en seguida, buey al matadero, el ciervo atrapado en el cepo,”

“hasta que una flecha le atraviese el hígado; pájaro que se precipita en la red, saber que le va en ello la vida.”

“Ahora pues, hijo mío, escúchame, atención a las palabras de mi boca:”

“no se desvíe tu corazón hacia sus caminos, te descarríes por sus senderos,”

“porque a muchos ha hecho caer muertos, eran todos los que ella mató.”

“Su morada es camino del seol, baja hacia las cámaras de la muerte.”

La condena por adulterio era la muerte,

“sacarán a la joven a la puerta de la casa de su padre, y los hombres de su ciudad la apedrearán hasta que muera, por haber cometido una infamia en Israel prostituyéndose en casa de su padre. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.”

“Si se sorprende a un hombre acostado con una mujer casada, morirán los dos: el hombre que se acostó con la mujer  y la mujer misma. Así harás desaparecer de Israel el mal.”

“Si una joven virgen está prometida a un hombre y otro hombre la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella,”

“los sacaréis a los dos a la puerta de esa ciudad y los apedrearéis hasta que mueran: a la joven por no haber pedido socorro en la ciudad, y al hombre por haber violado a la mujer de su prójimo. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.”

Es de destacar que fue David, el Rey David, un adultero, no obstante, lo cual, quizás por tener coronita, se arrepintió de su pecado de adulterio y Dios lo perdonó.

En Mateo 5. 28, Jesús incluye como adulterio, el deseo de un hombre sobre una mujer, aun con la mirada.

En esta sociedad tan materialista, consumista y machista y con una cultura de gran exhibición libre por parte de las mujeres, son los hombres, esos varones imbuidos de un machismo ancestral que ven en la belleza femenina una invitación sexual, con seguridad ingresan en la categoría dada por Jesús para el adulterio con la sola mirada.

Los Celos. El Adulterio y Las Aguas Amargas.

En Números 5. 11, 31, se hace un extenso relato del procedimiento o rito judío dado por Yahvéh a Moisés en contra de una mujer adúltera, o por lo menos celada, rito denominado “Sota” y que es detallado a través de un Midrashim que amplía sus conceptos, y el de las Aguas Amargas.

El adulterio era uno de los pecados más graves, puesto que se consideraba, y con razón, que era un proceder que no tenía retorno, esto es que no había real posibilidad de reparación.

En realidad, la mayor gravedad del problema del adulterio de la mujer era que ella era considerada un objeto de propiedad del marido y por ello el adulterio, en esencia era un agravio al derecho de propiedad del varón.

Según sus Midrashim, el rey Salomón había descripto este especial pecado, del que, en particular era muy adicto, en las propias palabras de Eclesiastés 1. 15, conocido por los judíos comoKohelet y atribuida su autoría al propio Salomón en su vejez, y que es una palabra similar a Iglesia en griego.

“Lo torcido no puede enderezarse, lo que falta no se puede contar.”

Distinta era la calificación del adulterio del varón que, de la mujer, y así respecto de esta última, por aquello de la turbatio sanguinea de los romanos, o “mezcla de sangre” producto del adulterio femenino, se consideraba un pecado capital.

Una muestra más de la evidente misoginia bíblica son las instrucciones de Dios a Moisés para llevar adelante todo un detallado procedimiento ritual con tal solo la sospecha o celos del marido respecto de su mujer, sin necesidad de haberse acreditado el hecho.

Decía Salomón que no hay reparación posible para el pecado de adulterio, aun si se lamenta de la acción.

El rito para descubrir y poder castigar a la mujer adúltera era denominado “sota” cuyo significado de ese término hebreo que utiliza la Torá es simplemente “Tonto” “Tontería” en función de considerar que la mujer adúltera no llegó a considerar los resultados de la conducta o acción a llevar a cabo, y que lo hizo movida “arrebatada” por una pasión y deseo, todo lo que configura una “tontería” puesto que si esa mujer hubiera sido sabia y prudente, sea por temor a cometer un pecado, o temor al castigo, no lo habría cometido.

En Números 5. 11, 31, se detalla el ritual a seguir:

“Yahvéh habló a Moisés y le dijo:”

“Habla a los israelitas. Diles: Cualquier hombre cuya mujer se haya desviado y le haya engañado:”

“ha dormido un hombre con ella con relación carnal a ocultas del marido; ella se ha manchado en secreto, no hay ningún testigo, no ha sido sorprendida;”

“si el marido es atacado de celos y recela de su mujer, que efectivamente se ha manchado; o bien le atacan los celos y se siente celoso de su mujer, aunque ella no se haya manchado;”

“ese hombre llevará a su mujer ante el sacerdote y presentará por ella la ofrenda correspondiente: una décima de medida de harina de cebada. No derramará aceite sobre la ofrenda, ni la pondrá incienso, pues es «oblación de celos», oblación conmemorativa para recordar una falta.”

“El sacerdote presentará a la mujer y la pondrá delante de Yahvéh.”

“Echará luego agua viva en un vaso de barro y, tomando polvo del pavimento de la Morada, lo esparcirá sobre el agua.”

“Pondrá el sacerdote a la mujer delante de Yahvéh, le descubrirá la cabeza y pondrá en sus manos la oblación conmemorativa, o sea, la oblación de los celos.”

“El sacerdote tendrá en sus manos las aguas de maldición y funestas.”

“Entonces, el sacerdote conjurará a la mujer y le dirá:

“Si no ha dormido un hombre contigo, si no te has desviado ni manchado desde que estás bajo la postestad de tu marido, sé inmune a estas aguas amargas y funestas.”

“Pero si, estando bajo la potestad de tu marido, te has desviado y te has manchado, durmiendo con un hombre distinto de tu marido…”

“El sacerdote entonces proferirá sobre la mujer este juramento, y dirá el sacerdote a la mujer:

“… Que Yahvéh te ponga como maldición y execración en medio de tu pueblo, que haga languidecer tus caderas e infle tu vientre.”

“Que entren estas aguas de maldición en tus entrañas, para que inflen tu vientre y hagan languidecer tus caderas.” Y la mujer responderá: “¡Amén, amén!”

“Después el sacerdote escribirá en una hoja estas imprecaciones y las borrará con las aguas amargas.”

“Hará beber a la mujer las aguas de maldición y funestas, y las aguas funestas entrarán en ella para hacérsele amargas.”

“El sacerdote tomará entonces de la mano de la mujer la oblación de los celos, mecerá la oblación delante de Yahvéh y la presentará en el altar.”

“El sacerdote tomará de la oblación un puñado, el memorial, y lo quemará sobre el altar, y le hará beber a la mujer  las aguas.”

“Cuando le haga beber de las aguas, si la mujer está manchada y de hecho ha engañado a su marido, cuando entren en ella las aguas funestas le serán amargas: se inflará su vientre, languidecerán sus caderas y será mujer de maldición en medio de su pueblo.”

“Pero si la mujer no se ha manchado, sino que es pura, estará exenta de toda culpa y tendrá hijos.”

“Este es el rito de los celos, para cuando una mujer, después de estar bajo la potestad de su marido, se haya desviado y manchado;”

“o para cuando un hombre, atacado de celos, recele de su mujer: entonces pondrá a su mujer en presencia de Yahvéh y el sacerdote realizará con ella todo este rito.”

“El marido estará exento de culpa, y la mujer cargará con la suya.”

Como puede observarse, de un simple acto presunto de infidelidad se abría todo un ritual consistente en hacer comparecer a la mujer frente al Sacerdote llevando una ofrenda de harina de cebada, que era símbolo de los celos denunciados del marido y beber lo que llamaban Aguas Amargas, que era el agua usada por los sacerdotes para la limpieza no solo de sus manos, sino para el lavado de sus pies.

Esas aguas, no sé si amargas, pero sin duda sucias era el agua que debía ser bebida por la mujer, siendo el objetivo que ingresara en sus entrañas y si causaba algún efecto, era sin duda culpable, y si, gozando de buena salud, esas aguas inmundas no le causaban daño o efecto alguno, entonces, Dios decía que era inocente de toda culpa. Más aún se decía que en ese caso, esas Aguas Amargas, favorecerían su fecundidad.

Esta práctica fue constante hasta que fue prohibida por los rabinos luego de la destrucción del Templo.

Las Aguas Bíblicas.

Las Aguas Amargas no son las únicas Aguas bíblicas, por el contrario, es un elemento muy usado y reiterado, encontrándolas como una de las sustancias básicas originales en el inicio del Génesis 1.2, así como en Génesis 1. 7, cuando Dios separó las aguas de encima de las aguas debajo, y en Éxodo 20. 4, cuando prohíbe imagen alguna.

Las aguas son para beber y están en un “Pozo de agua” en Génesis 21. 19, también llamadas “Aguas vivas” en Génesis 26. 19, o “Aguas de Aficción” en 1 Reyes 22. 27, a las aguas que se bebe en la prisión, o en Job 9. 30, según una versión “Agua de nieve”: “Aunque me lave con aguas de nieve, y limpie mis manos con la limpieza misma” y según la Biblia de JerusalénAunque me lave con jabón, y limpie mis manos con lejía” que esun compuesto químico llamado hipoclorito de sodio, disuelto en agua, que fue desarrollado por el médico y químico francés Claude Louis Berthollet (1.748 – 1.822) en 1.787 para blanquear telas

También encontramos en la Biblia el uso del término Agua para referenciar o representar figuradamente cualquier líquido, como en Jeremías 8. 14, como “Agua de hiel” por los pecados, o en 2 Reyes 18. 27, como “Agua de los pies” para hacer referencia a la orina.

El agua era un elemento de purificación, pero sin llegar al ritual de Juan el Bautista de sumergir al creyente en agua, sino, simplemente rociándose y un lavado ritual, tal como el que Aarón y Moisés realizaban diariamente, en especial como parte del rito de consagración al sacerdocio, conforme Éxodo 29. 4,

La purificación lo era también para los animales sacrificados, los que debían lavarse con agua, no todo, sino una de sus partes, conforme Levítico 1. 9,

“El lavará con agua las entrañas y las patas y el sacerdote lo quemará todo en el altar. Es un holocausto, un manjar abrasado de calmante aroma par Yahvéh.”

  Pueden encontrarse además otros usos para la palabra agua, como fuentes, arroyos o mares, en Éxodo 7. 19, como peligro o aflicción en 2 Samuel 22. 17, como fuerza en 2 Samuel 5. 20, como muchas naciones en Isaías 17. 13, como un ímpetu violento en Job 27. 20, como timidez “se derritió como agua” en Josué 7. 5, como algo transitorio, “Aguas que pasaron” en Job 11. 16, como descanso y paz, “Aguas de reposo” en Salmos 23. 2, como describiendo los encantos de la propia esposa “Bebe el Agua de tu misma cisterna, y los raudales de tu propio pozo” en Proverbios 5. 15, El cómo derramamiento de sangre en Deuteronomio 12. 16, como ira o furor en Oseas 5. 10, como justicia en Amos 5. 24, como lamentos en Job 3. 24, 

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