Iniciamos esta Sección para el desarrollo de temas que hagan a la sexualidad que contendrá desde la Sexualidad divina, Dios y el Sexo y el Sexo de Dios, así como relatos sobre los temores del judeo cristianismo sobre el sexo y ello asociado a la mujer como instrumento de Satán, los consejos y enseñanzas divinas sobre la sexualidad, y finalmente el relato de Cuentos Sexuales, que lo son en un gran número.
Sexo Y Religión.
Dios y Sexo, o Sexo y Religión siempre han sido temas especiales de mi interés y son parte de mi obra “Recorriendo la Biblia – I Parte – Tomo 6 – Sexo y Religión” de donde tomo prestado sus historias para estas Crónicas Cristianas.
Nos ocuparemos, en varios capítulos de relatos bíblicos de contenido sexual, algunos de ellos, verdaderamente aberrantes y violentos, y siempre partiendo del inicio de “La Creación” en donde si bien, en la Biblia, hay dos versiones distintas y hasta contradictorias de la creación del hombre y de la mujer, una de ellas, la más ignorada y oculta, es la de la creación por igual de “varón y hembra los cree” y otra, que la más común, la más publicitada, la impuesta como única verdad y realidad por esta sociedad machista, que es la de la creación del hombre, del varón, primero y con mayor importancia y jerarquía, y posteriormente la creación de la mujer, secundaria y accidental, tal solo, para servir de “ayuda necesaria al hombre” luego de haber probado, Dios por ensayo y error, que los animales, las hembras en su caso, no resultaban ser esa “ayuda necesaria” de haberlo sido, la mujer no hubiera existido.
Lo real es que, existiendo la sexualidad como algo normal, natural y humano, se pasó por imposición cristiana de esa sexualidad originaria a una sexualidad impuesta, que no es sino una decisión cultural pretendiendo contrariar la naturaleza humana y es una decisión de poder y de riqueza.
Es el fruto de la victoria total en lo cultural, social y económico de la concepción patriarcal sobre la matriarcal, sojuzgando a esta.
El ser humano es un ser social, pero previo a ello, y necesario para ser un ser social es, antes un ser sexual, por lo que, esta sería una realidad originaria, y fue esta realidad originaria representada por la Diosa Madre, Diosa de la fecundidad y la naturaleza, y que conoció mil nombres, era la que garantizaba la supervivencia y garantizaba la creación, y la mujer como su sacerdotisa, era la continuación y extensión de la Diosa Madre Tierra.
La Gran Diosa Madre fue representada en cada una de las culturas y con sus particularidades y “conoció mil nombres” varios de ellos: Inanna para los súmenos, Ishtar para los babilonios, Isis, Hathor, Min, Neith, Maut, para los egipcios, Atargatis para los sirios, Astarté para los fenicios, Militta para los asirios, Sauska, para los kurritas, Asera, Anat o Baalat, en los escritos bíblicos, Cibeles para los frigios, Gaya o Gea, Rhea, Afrodita, Magna Mater, Venus, Diana, Atenea, Minerva, Hecate, y muchísimas más para los griegos y romanos, Tanis entre los cartaginenses, Cihuacaytl, Coatlicue, Mixcoayl, Pachamana, entre las culturas mesoamericanas, Nana, Bubuko en Benin y Togo en África, Urna, Annapurna, Kali “la negra” o Cani “la salvaje” son variantes hindúes, todas consideradas Diosas de la fecundidad y la naturaleza
Esa concepción matrilineal pre existente fue la que fue vencida por el Dios Padre, sexuado y creador, apropiador de las riquezas, guerrero y violento, desjerarquizando a la mujer, descendiéndola a niveles inferiores, e imponiendo al Dios como Creador y único dador de vida, generando la realidad sexual imperante en los últimos dos o tres mil años.
La Diosa Madre fue destronada, reducida, descendida de su poder y de su jerarquía, sometida a la decisión del surgente Dios Padre, quien como expresión y como representación del macho, del varón, se atribuyó desde el poder de la fecundación a la reproducción.
La mujer, la Diosa fue descendida, fue reelaborada toda concepción preexistente y se elaboró una nueva historia, esa Mitología que oculta algunos pocos resabios femeninos e impone con todo rigor el pleno poder masculino.

No fue, cierto es admitirlo, el cristianismo ni el generador de esta situación, ni su primer impulsor, pero debemos darle el premio mayor en cuanto, tomado el poder temporal en occidente a partir de Constantino, y habiéndose apropiado del judaísmo, impuso a sangre y fuego, con el poder asociado de la Cruz y de la Espada, su posición misógina, autoritaria, represiva y patriarcal, imponiendo su propia y retrograda concepción sobre la sexualidad, basada no en ningún conocimiento especifico, sino en el temor reverencial que siempre tuvo el hombre ante el milagro de vida de la mujer.
La sexualidad ha tenido desde sus orígenes un sentido religioso y sus representaciones han sido la vagina y el falo, como símbolos de la capacidad engendradora y reproductora, y han sido una expresión religiosa.
La cruz ansata egipcia, o Cruz Ank, es una combinación gráfica de los genitales masculino y femenino, y era considerado un símbolo de la vida, y en su devenir fue inicialmente atributo de Osiris como un Dios de la inmortalidad, y paso al cristianismo asociada a la Cruz de Cristo y es, desde el siglo VI, un símbolo incorporado en la vestimenta de los arzobispos católicos.
La Sexualidad imperante.
El paso de la sexualidad originaria a la sexualidad imperante es un paso a designio, una decisión cultural pretendiendo contrariar la naturaleza humana y es una decisión de poder y de riqueza. Es el fruto de la victoria total en lo cultural, social y económico de la concepción patriarcal sobre la matriarcal, sojuzgando a esta.
Las ideas imperantes en la sociedad sobre la sexualidad han tenido su origen en las ideas impuestas por el cristianismo, que a su vez es fiel expresión de la imposición del Patriarcado.
Lo paradójico y hasta decididamente sorprendente es que esas ideas impuestas por el cristianismo en Occidente no lo son ni lo fueron solo impuestas a sus fieles.
Por el contrario, han sido en función de serles impuestas imperativamente a todos sin distinción, sean cristianos o no cristianos, y hasta a los anticristianos, y pese a los avances en todo sentido, la moral sexual actual impuesta no dista de ser distinta que la originaria en el Medioevo.
La premisa básica lo fue y lo es asociar la actividad sexual a lo inmoral, y los tabúes permanecen, y permanece la diferenciación del papel y libertad sexual del varón y censura y represión de la mujer.
Es lento el avance en la materia y prueba de ello es reciente la equiparación de los hijos matrimoniales de extramatrimoniales, que dejaron de ser injuriados como naturales, bastardos o adulterinos.
La Iglesia le ha temido, y le sigue temiendo a la sexualidad, y a la mujer. Su flujo la ha atormentado y su única respuesta fue asociar esa naturalidad creadora con actividades o posesión satánica.
Como método de combatir lo que no entendía, lo que temía, una vida sexual plena, pervirtió los valores, y asocio toda actividad sexual a costumbres paganas condenadas por Dios, y le sirvió al cristianismo basarse en los textos judíos del mismo odio y temor del Dios bíblico hacia las practicas cananeas, condenado toda satisfacción, todo goce, todo placer. Todo era pecado.
No era natural, no era querido por Dios el placer ni el goce, a lo sumo, y fue impuesto a sangre y fuego, todavía vigente el concepto de que la función sexual primordial era la reproducción, y solo con ese sentido, con ese fin se podía mantener relaciones sexuales, y esa idea ha imperado moralmente en toda sociedad occidental hasta bien entrada la segunda mitad del siglo pasado, por ello el concepto de prohibición de todo método anticonceptivo, y ni que decir sobre el aborto.
Las relaciones solo eran admitidas dentro del matrimonio, con una pasividad sexual impuesta a la mujer, y simplemente como un método de generar descendencia, y si era posible, que fueran varones, aunque manteniendo la libertad sexual del varón.
La abstinencia era una virtud y la castidad una santidad, y, por el contrario, una vida sexual activa merecía los agravios condenables, menor si se trataba del varón, y lapidario si lo era de parte de la mujer, que pasaba a ser directamente una licenciosa, mujer de vida fácil, y sometida por sus deseos carnales al Demonio.
La Biblia ha sido, y es, un instrumento de dominación, por su propio texto, desconocido por la mayoría de los creyentes, y más por la palabra de sus intérpretes que dicen a sus fieles lo que según ellos dice este Libro Sagrado, y es la condena o restricción del sexo.
Tematica:
Nos iremos ocupando en base a los propios textos bíblicos, esto es a la propia Palabra de Dios de temas ocuparemos sobre los siguientes que hacen a la percepción de la sexualidad paryiendo, consecuente con su misoginia con el sexo como impuro y las impurezas sexuales en la mujer, así como el temor ancestral varonil ante la menstruación.
Sobre lo que es el buen sexo, sobre el sexto mandamiento, un mandamiento inexistente, la adulteración del texto y lo relacionado con el matrimonio y el sexo pecaminoso, el matrimonio, la monogamia y la poligamia, las esposas, siervas y concubinas, los celos el adulterio y las aguas amargas y las aguas bíblicas.
La condena bíblica a la sodomía, prostitución, homosexualidad y travestismo, a la promiscuidad, el bestialismo.
El celibato, contra el apetito y los desórdenes sexuales., debiendo considerar que el cuerpo no es sexo sino espíritu.
