5 – Evita, mi mensaje.

Preparado para su publicación un 26 de julio, aniversario del fallecimiento de Eva Perón, y por la significación del tema y de cómo, día a día se van desarrollando los acontecimientos de Nuestra Argentina, nos abocamos, atemporalmente en EVA PERON, a EVITA, una figura que es verdaderamente una personificación de posicionamiento, una persona en sí, su solo nombre motiva amores y odios, amor de un Pueblo y Odio de sus oligarquías.

Su nombre es expresión de rebeldía, de esa sana rebeldía, de esa necesaria rebeldía en defensa de lo nuestro, del País, de su Pueblo.

Esa Rebeldía sin medias tintas y en contra de los poderosos, en contra de las Altas Jerarquías Militares e igualmente religiosas a quienes veía alejadas del Pueblo.

Fue y ES Bandera de las luchas que deben darse, y de una intransigencia al grado de fanatismo por dar su vida por su Pueblo, por los desposeídos, por los niños y los ancianos, por las mujeres, por los trabajadores, por “mis grasitas

Hoy recordamos el fallecimiento de Eva Perón, la Inmortal Evita y que mejor que tenerla presente a través de su Testamento Político, “Mi Mensaje

Este es el título de un Libro Maldito que al igual que el cadáver de Evita asustaba y estremecía a la oligarquía y que debía ser desaparecido, y lo intentaron y lo lograron por mucho tiempo.

Luego de la revolución libertadora, se perdió noticias sobre estos manuscritos de una Evita esperando la muerte, con solo 33 años de vida y no más de 38 kilos de peso, pero con ardor y fervor intelectual y espiritual demostrando una fortaleza sin igual.

MI MENSAJE es ese apasionado libro de Evita, es el fiel reflejo de una Evita en sus ideas puras, ideológicas, intransigente, fanática, netamente clasista, popular, nacional, humanista y cristiana, antimperialista y anti oligárquica, es la fuerza de su corazón, es la expresión de su amor y odio.

Como humilde homenaje, tomamos parte de ese Mensaje para su mayor difusión para su conocimiento debate y difusión.

Evita se muestra sin maquillaje, se muestra como es, y expresa todo su sentir, expresa su resentimiento, expresa su amor a los desposeídos “Mis grasitas” y su odio a la oligarquía y aun mayor a los Traidores al Pueblo que son aquellos que “habiendo salido del Pueblo, se marean por las alturas y se entregan a la oligarquía.”

Muestra su odio y resentimiento hacia las altas jerarquías militares y eclesiásticas reprochándoles su frialdad e indiferencia ante el drama, dolor y sufrimiento del Pueblo.

Desconfiaba de las Fuerzas Armadas por considerar que casi siempre fueron “carne de la Oligarquía

Nos habla de imperialismo, del capitalismo, cuestiona a las altas jerarquías eclesiásticas, rescatando la humildad y pobreza de Cristo frente a la fastuosa soberbia de los dignatarios eclesiásticos.

Reclama determinación y firmeza y repudia a los tibios. Su indignación lo era “con todo el veneno de su odio o con todo el incendio de su amor

Fundamentalmente Evita nos habla de su relación con “El Coronel” y a continuación inicia las dudas con “Las primeras sombras” donde comienza a tratar el tema que más le obsesiono frente a su muerte “La traición a Perón” identificando a los enemigos del pueblo como sinónimo de enemigos de Perón

Evita rescata a los fanáticos como única respuesta de la revolución peronista para no claudicar ante el sistema, temiendo siempre, más a los enemigos de adentro que a los de afuera.

La oligarquía es el enemigo declarado y el pueblo la única fuerza y el único garante de su voluntad soberana.

Nos habla del amor y del odio, de su entrega por Perón y por su pueblo e insiste reiteradamente en su obsesión, clarividente ve a la hora de su muerte sobre la caída de Perón traicionado por dentro, más que por fuerza de afuera.

Porque nunca se sintió abrumada ni vencida, porque no claudicó, porque no se rindió; porque a todas sus desgracias y desdichas respondió con una salvaje defensa de su ser, de su pasión, porque fue pura para sí misma y para su pueblo, no la pudieron doblegar, y ni a la muerte se rindió y hoy la consideramos viva.

Para EvitaEl amor es darse y darse, y dar la propia vida

Nadie puede negar que ella se dio totalmente, en forma salvaje, hasta el agotamiento y ello para cumplir con su misión.

Hasta qué punto llegó el amor de Evita por Perón y por su pueblo que, en ocasión de la asunción de Perón de su segundo mandato, el 4 de junio de 1.952 y encontrándose ya postrada Evita casi definitivamente en espera y lucha contra la muerte, logró imponerse a sus médicos y hasta el propio General y asistir al acto, exhibiéndose por última vez cual un espectro viviente.

Se había tenido que aplicar varias inyecciones calmantes, estaba inmóvil, no podía mover su boca ni su cuello.

Desintegrada por dentro, estuvo queriendo lucir con Perón y con su pueblo, más bella que nunca como último recuerdo de sus descamisados.

Trescientos mil españoles la recibieron en el aeropuerto de Barajas como a la “Dama de la Esperanza” y ella conmovida por ese recibimiento y con fina ironía política y gran desenfado le expresó a generalísimo Francisco Franco: “Cuando quiera volver a juntar tanta gente llámeme

Siempre sus enemigos, la oligarquía, han criticado ácidamente a Evita, por sus joyas, por el lógico y natural deslumbramiento que, en toda mujer, y más aún, humildísima como Evita, debe causar en ascenso a la cúspide total.

El cuento de hadas hecho realidad, la cenicienta a la que eligió el príncipe y le concedió un reino, así podía verse Evita y así podía marearse, y como tantos a otros casos, quedar, ser asimiladas por el sistema y ser un beneficiario del mismo.

La clara y total conciencia de clase de Evita, evitó la caída en las garras de sus enemigos.

El hecho de que en su primera etapa en el poder Evita gustaba de vestirse elegantemente y engalanarse de lujosas y costosas joyas, no fue su misión ni cesión alguna, sino brindar a su pueblo, por su propio reflejo las riquezas de las que estaban despojados.

Varias etapas encontramos en la forma o estética de Evita y su evolución política desde su peinado suelto, grandes escotes, vestidos majestuosos y costosísimas joyas en sus primeros momentos del poder hasta su sencillez del rodete y el vestido sastre, liso y austero que impone a su regreso de Europa.

Había saciado su humana ansiedad femenina, había ahora asumido plenamente su misión, dejaba de lado la frívola y superficial por el amor y sus odios.

Nunca fue deslumbrada por la grandeza del Poder y siempre mostró su fanatismo al que consideraba que es la fuerza que dio Dios al corazón para ganar sus batallas y así resaltando el “sagrado fuego del fanatismo

Tenía cosas que hacer, muchísimas cosas, e intuía que la vida que le dio todo de golpe, de la misma forma se lo quitaría.

Tal el amor de Evita por su pueblo que creo entre ella y ellos un lenguaje propio, solo entendible desde ese amor recíproco, desde ese “Darse y Darse” como definía Evita el amor y desde ese agradecimiento puro y sencillo de su pueblo.

Grasitas” y “Descamisados” serán la manera cariñosa de Evita de dirigirse y engalanar a ese pueblo que la seguía y adoraba.

Evita define conceptualmente en la política que y quien son y pueden ser “los descamisados” que no lo es en forma literal, sino que incluye en ese concepto, en ese universo el ingreso de sectores más elevados del espectro social como profesionales, artesanos, intelectuales, pequeños y medianos comerciantes, etc., y por otro lado excluye los ex-oligarcas “venidos a menos” y materialmente descamisados, pero con su “espíritu oligarca” intacto.

Evita siempre decía, reafirmando su amor por su Pueblo “Sabrán mis Grasitas cuanto los quiero

El Pueblo nunca lo dudó y nunca la abandonó y se ha convertido en la Bandera de Los Humildes.

Hoy más que nunca es la Bandera que necesita nuestro Pueblo, nuestra castigada Nación frente al atropello de las oligarquías y de los poderosos, siempre bajo las ordenes de afuera, pero con lacayos obedientes de adentro.

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